Editorial de L. Ronald Hubbard, Autor de Éxitos Editoriales Internacionales del New York Times

Décimo Séptimo ACC Americano

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Décimo Séptimo ACC Americano

Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia ahora poseían, todas, armas atómicas, todas ellas más letales que nada en la historia. Pero lo que sus diplomáticos no poseían, L. Ronald Hubbard recordó a los auditores, era conocimiento del “más mínimo de los fundamentos de cómo llevarse bien con un individuo o un grupo. No saben esto”. En consecuencia, era un cataclismo potencial en ciernes. Incluso sin guerra, las pruebas nucleares arrojan radiación, reestimulando a la gente en su Primera Dinámica. La solución requirió una actitud básica hacia el mundo en general: Auditor a preclear. De ahí la renovada importancia de Control, Comunicación y Havingness (CCH) en cuanto a salvación planetaria. Y lo que el señor Hubbard entregó en el Décimo Séptimo ACC Americano fue instrucción intensiva sobre los componentes de CCH; desde la Auditación Simulada para enseñar la Fórmula de la Comunicación hasta lo que pronto se conocería como CCH 1, CCH 2, Tono 40 en un Objeto y Tono 40 en una Persona. De hecho, aquí está una visión general englobadora de prácticamente cada fundamento (Las Partes del Hombre, ARC, la Escala Tonal) específicamente en lo que respecta a revertir el declive social. Luego, cruzando el Atlántico, L. Ronald Hubbard dio a conocer estos avances en una esfera aun más amplia en el Congreso de Londres sobre Radiación Nuclear, Salud y Control.

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Más Sobre Décimo Séptimo ACC Americano

Un scientologist es alguien que controla gente, entornos y situaciones desde Tono 40.

¿Quieres que se ponga una situación bajo control? Llama a un scientologist.

¿Quieres que se ponga un entorno bajo control? Llama a un scientologist.– L. Ronald Hubbard

El año 1957 había comenzado en un mundo acosado por la incertidumbre y la ansiedad sobre el futuro, y cuando enero dio paso a febrero no hubo ninguna relajación de las tensiones. Occidente y el imperio soviético seguían confrontados en una guerra fría que al parecer no tenía fin, y Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia estaban todas ellas en posesión de armas nucleares, con lo que la perspectiva de una auténtica guerra más “caliente” y más letal que ninguna otra en la historia, planteaba una amenaza muy tangible.

Así, y siempre en la dirección del clearing planetario, L. Ronald Hubbard había proseguido su investigación y había avanzado la tecnología no sólo en cuanto a abordar los casos de los preclears, sino el caso de una civilización entera. Y lo que se estaba logrando en esa dirección era muy notable, a menudo en ámbitos que verdaderamente marcaban la diferencia. Lo atestigua, por ejemplo, el informe oficial que recientemente había publicado el Equipo Olímpico Británico de Pentatlón Moderno, donde se expresaba su gratitud hacia la Asociación Internacional de Scientologists Hubbard por los servicios de un auditor en la preparación del equipo para hacer frente al reto de los Juegos Olímpicos de Melbourne, Australia. Como expresaba ese informe, el trabajo de ese auditor “puede evaluarse por el hecho de que en Melbourne no hubo ningún miembro del equipo que se hundiese psicológicamente en ningún momento, cosa que había sucedido en los Campeonatos del Mundo anteriores”.

Sin embargo, dada la urgencia y magnitud de lo que había que hacer, el señor Hubbard siguió adelante con más desarrollos administrativos y técnicos y con la creación de auditores competentes. Así, sólo trece días después de que impartiera la conferencia de cierre del Décimo Sexto ACC, L. Ronald Hubbard comenzó la conferencia de apertura del Décimo Séptimo Curso Clínico Avanzado Americano (el lunes 25 de febrero, para ser precisos) en la Iglesia Fundacional de Scientology en el número 1812 de la calle 19th en Washington, D. C.

Aquellos que esa mañana anticipaban expectantes esa presentación formaban un selecto grupo de auditores, cuyas solicitudes de admisión habían sido aprobadas personalmente por el señor Hubbard. Sin embargo, si lo que esperaban era únicamente entrenamiento en las técnicas según se aplican a un preclear en la silla, lo que iban a escuchar era algo totalmente inesperado. La instrucción comenzó justo en esa primera hora, con su incisivo análisis de cómo la radiación en la atmósfera estaba reestimulando a la sociedad actual y llevándola hacia un nivel más bajo de supervivencia. Específicamente, citó un indicador muy reciente: un significativo declive precisamente en los dos meses anteriores en cuanto a la falta de preocupación y asistencia hacia quienes yacían heridos en las cunetas de las carreteras. Y las implicaciones eran alarmantes:

“Ustedes son bastante conscientes del hecho de que puede que haya sólo un poquito de radiación en el aire, que nunca dañaría en verdad a nadie físicamente, pero que puede reestimular a la gente y ponerla en una fuerte condición de juegos inadvertida. Y la gente empezará a actuar más y más frenéticamente y en la Primera Dinámica. Éste sería uno de los primeros síntomas que advertirían en una sociedad: que todo el mundo entra en la clasificación de 'el único'.

“Bueno, ése es el camino hacia la muerte”.

Por consiguiente, en lo que siguió y sin duda durante las siguientes cinco semanas, esos estudiantes se encontraron con una responsabilidad excepcional. Pues nadie excepto los auditores entrenados poseían la tecnología y la capacidad para revertir esa espiral descendente. Y lo que eso requería, tal y como subrayó el señor Hubbard, era su actitud básica hacia el mundo en general: de auditor a preclear.

De ahí, cuando se habla de esa actitud, la renovada importancia de Control, Comunicación, Havingness (CCH), no sólo como proceso para elevar la capacidad de un preclear en su propia vida, sino en lo que respecta a expandir su aplicación para controlar el entorno y conseguir la salvación planetaria.

“Esta sociedad, en este momento, por la reestimulación de la radiación en el aire y por otros factores, económicos y políticos, está llegando a un punto en que para lograr que cualquier individuo empiece a hacer alguna parte de su trabajo, se requiere un auditor que pueda recorrer CCH, y recorrerlo muy bien. Y nosotros podemos llamarlo auditación aquí, pero en los años venideros ustedes lo llamaran 'vivir'. Y ésa es la razón de que estén vivos. Porque comprenden estas cosas”.

Ésta era una exhortación que portaba un sello de inequívoca urgencia.

Lo que el señor Hubbard entonces entregó fue una instrucción intensiva sobre la teoría subyacente y la aplicación de los componentes de los CCH, con nuevos procesos y ejercicios de entrenamiento para colocar a los auditores en lo que llamó “categoría de campeonato”. Desde la Auditación Simulada para enseñar la Fórmula de la Comunicación, hasta lo que pronto se conocería como CCH 1 (Dame Tu Mano), luego el CCH 2 (Tono 40 8-C), Tono 40 en un Objeto y Tono 40 en una Persona. De hecho, estaba proporcionando una visión general englobadora de prácticamente cada fundamento (Las Partes del Hombre, ARC, la Escala Tonal) específicamente en lo que respecta a revertir el declive social:

  • Introversión y Extroversión: sus factores mecánicos, incluyendo una descripción de los mercaderes del miedo como “expertos en introversión”, lo que causa la introversión y procesos para manejarla;
  • CCH como un Triángulo Interactivo: cómo el Control, la Comunicación y el Havingness se controlan mutuamente, y la simplicidad de su aplicación en la auditación;
  • Ayudas: una conferencia fundamental sobre la tecnología de las Ayudas, y cómo incluso los primeros y breves momentos de toda sesión formal son una Ayuda;
  • El Scientologist Profesional: cómo ser un profesional en cualquier esfera de influencia, todo con el propósito de mejorar al individuo y a la civilización.

Más aún, apenas acabó este histórico ACC, L. Ronald Hubbard cruzó el océano para impartir el Congreso de Londres sobre Radiación Nuclear, Control y Salud, donde publicó sus avances sensacionales sobre la amplia aplicación de los CCH a una esfera todavía mayor. Y eso, a su vez, marcó otro hito, pues en respuesta a una demanda demasiado fuerte como para ser ignorada, se hicieron transcripciones de las conferencias de ese Congreso y se pusieron en manos de miembros del Parlamento; y entonces el texto formó los fundamentos del libro definitivo del señor Hubbard sobre el tema: Todo sobre la Radiación.Publicado ese mes de mayo, se agotó de inmediato en las librerías, con el público apoderándose de cada ejemplar disponible. Por ello, sus descubrimientos sobre los efectos reestimulativos de la radiación y, de forma aún más importante, su tecnología para desestimular a una civilización expuesta a tal amenaza, rápidamente se transmitieron a quien más necesitaba los datos: el público en general.

Sin embargo, para obtener una perspectiva general de todo lo que L. Ronald Hubbard enseñó a aquellos auditores estudiantes, tenemos un único mensaje que abarcaba nada menos que el papel crucial que ellos iban a desempeñar en la escena mundial:

“Cualquiera que tenga la respuesta para aumentar la inteligencia, cambiar la personalidad y remediar las enfermedades crónicas, tiene las puertas abiertas en cada ciudad, pueblo, aldea y caserío del mundo. Es lo único que podrías ser y al mismo tiempo ser cualquier otra cosa. Es lo único que podrías ser y aun así estar en cualquier lugar. El hombre necesita ayuda, tú puedes dársela. Y aunque sólo sea por mí, por favor, hazlo”.

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